domingo, noviembre 16, 2008

Veo desde mi ventana un parque lleno de niños que juegan,
una calle con casas de madera y techos a dos aguas,
como las que siempre dibujábamos
en la escuela (son las que siempre)
aunque en aquel entonces no existían. El vecino,
los árboles sin hojas, nada alcanza la relevancia de los niños,
de la niña que en el parque camina de espaldas
hasta caer sentada en el césped de una isla.

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