martes, agosto 18, 2009

Parsimonia

Sustraerle el semblante
a una forma vieja.

Dejo a una niña alcanzarme
y le propongo un juego:

Contar los volkys del pasado
como si así se pudieran
obviar las discusiones del camino.

Es imposible creer en nosotras
y en la familia juntas.

Para saber lo que hay que saber
no hay que monologar
la contingencia, lo innoble
de la ganancia, lo obsceno de la elocuencia.

Si me quedo dormida, deja
que se fugue el beso por el auricular.




7:51 am


El deseo tiene
que perseguirme con maletas
goteando edulcorante

y yo busco el atrecho
sin prever que la bicicleta
se transforma en laurel;

porque ayer floté en medio de un lago
con iones y minerales
avalados por los científicos,

mi cuerpo fue el recuerdo
de mi cuerpo en un ión lejano.



Otra matemática


Besé su cuello
y ahí estaba, besé su cicatriz
en la barriga y ahí no,

y será por eso
que somos mortales,
pensé sin estadísticas.

Mis números en cambio
eran dos con ganas de ser asterisco,

Tres con miedo a las alturas,
Cuatros que de tanto sueño
se quitaban los párpados,

Seis con celos del cinco
que por eso lo escondían
debajo de la alfombra,

Sietes re pesimistas
marginados de la suerte.

¿Tendré que comerme a sus niños
para volver a besarlo?

¿Volveré a desmenuzarle el rabo
del ojo con mi pelo?

Presiento figuras de animales
—que sólo he visto
en cautiverio— flotando
en la espera.

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