jueves, febrero 02, 2012

I .…dejando que se escribiera lo que se quisiera escribir, prestando mi cuerpo a las voces que desde ‘mí mismo’ se llamaban, ellas, ningún control, sino éste: exclusión, cuando momentos decisivos, de todo lo que no fuera exacta exactitud, nunca pude escribir sino cuando una intensidad, una emoción, una música me permitía y me obligaba a hacerlo: sólo escribí nombres, prestados nombres.

III. -Y alegría de escribir así: no conociendo sobre Gabriela Mistral sino unos cuatro o cinco estudios, escribir conociendo de mi “campo de investigación” solo los poemas que quise conocer y algunos textos en prosa. Alegría de no haber tenido tiempo-linda excusa- para leer, releer, los textos de estos últimos años de Derrida, todos ellos sobre el nombre; alegría de no haber tenido tiempo para trabajar a Heidegger como lo que Heidegger es, problema, cuestión, del nombre propio. Adorada falta de tiempo que me impidió retomar un trabajo sobre los nombres en Levinas; alegría, en una palabra, de afirmar esta necesidad: mi necesaria irresponsabilidad, siempre supe que se trataba sólo de esto: si escribir para escribir después- después significó, si no únicamente, siempre, en la Segunda escena, un después de escritura-sobre Gabriela Mistral una interpretación ni “verdadera” ni “falsa”, pura cuestión de fuerza y de ritmo, para acabar con las interpretaciones innecesariamente irresponsables de su poesía; satisfacción de saber ya que, al menos, nadie podrá escribir más sobre el poeta sin informarle antes, desdichados, sobre la operación de un árbol, sobre la operación de un madre, sin un previo, intenso y doloroso trabajo sobre sus nombres, sobre sus firmas.


fragmentos de Desolación cuatro
-tu prestado nombre, Cecilia.

Patricio Marchant en Escritura y Temblor
Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2000.

este texto es tanto, pensé, y oprimí publish post

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